sábado, 9 de febrero de 2013

Monólogos de la Dona con cupcakes abruptos y escandalosos


Hacía casi un año que había dejado de escribir, pero hoy supongo que es necesario hacerlo… Tanto bagaje acumulado conlleva a armar dramas hasta por antojo de donas; eso lo pude corroborar cuando ayer estallé en sollozos gritando: “Basta de esta situación, no puedo más… Voy por una dona”. Y consecuentemente, estamos en el mismo lugar de hace 12 meses sólo que en diferente situación y acompañado de diferentes personas; el melodramático siguió ahí, pero con nueva temporada y nuevo elenco, ¡nunca me lo hubiera imaginado! (marque * para escucharlo a manera de sarcasmo después del tono).

El punto es ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, etc. Justo cuando dices ya no puedo superarme en estupideces, llegó diciembre, sus posadas y mi espectáculo final de 2012 (¿por qué no? ¡porque quiero y puedo!). Corte A: Tú, la cocina y 20 cupcakes en el horno para alguien; quién sabe cómo demonios llegaron ahí, quién sabe cómo llegaste al pasillo de harinas en el supermercado y quién sabe cómo escogiste una bolsa a cuadros azules con asa de listón blanco. Corte B: Me quedé con los cupcakes en la bolsa porque pasaron 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 días; y no supe nada más. Al noveno día estaban duros; y como todo orgulloso dramático, escogí la hora exacta para tirar uno a uno con singular ira en el bote de la basura del porche. Confieso que algunos rebotaron hasta mitad de la calle, y creo que el vecino me vio con cara de: “¿Y a este loco qué le pasa? ¡Que me regale un cupcake!”.

¡Bam! Estableces tu nuevo récord (aplausos, por favor). Entonces, diciembre no fue un buen mes después de todo, tiré los cupcakes mas no la bolsa y aún la conservo. Todavía pienso que es algo demasiado bonito por fuera, pero que quedó vacío por dentro (cri, cri… sin comentarios); y no he sido capaz de romper esa bolsa en pedacitos diciendo: “Soy un idiota, soy un idiota, soy un idiota… Amén” (que me caiga un rayo como castigo divino por blasfemo, no me importa). Realmente los cupcakes no me tomaron mucho tiempo, una hora tal vez, aunque para mí significaban mucho… tal vez para ese alguien no lo eran. No quise hacer nada más, me quedé congelado, no cupo en mí ni siquiera un reproche inmediato de una despedida frustrada… Llegué al limbo, vagando por las calles frías, descalzo; sin esperanzas, sueños e ilusiones (está bien, exageré, no anduve descalzo vagando por las calles… usé sandalias). Al final, tuve que hacer lo mejor que pude con lo poco que me quedó y enmudecí.

Fueron unas vacaciones extrañas, llegó enero y un mensaje de año nuevo que parecía sacado de una tarjeta de Hallmark, el cual al leer dije: “¿Es en serio? ¿Esto me merezco? Una e-card de gusanito.com con Cowco en poses navideñas sugerentes, ¡sería lo mínimo que esperaría recibir!”. De nuevo, enmudecí y no hubo respuesta, no estaba enojado sino lastimado… Fue una de esas situaciones donde quieres mucho a alguien y no puedes odiar sino hacer nada porque ya lo hiciste todo. Y a partir de ahí descubrí que había una nueva forma de mandar mensajes: likes en Facebook. Después de un estudio socioestadístico (creo que acabo de inventar una palabra), concluyo que existe un 90% de probabilidad de que al escribir cualquier cursilería en inglés finalizada por un True Story, obtendrás un like de quien no tiene palabras para justificarse/disculparse/romper el hielo/bla bla bla.

Y henos aquí, en pleno febrero y llega un mensaje cuyo subtexto para mí era básicamente “o hablas o hablas”, el cual pensé que era un ultimátum/amenaza/reproche/grito desesperado/whatever. Esta vez no guardé silencio y dije todo lo que pensaba… Se rompió el mes y medio de limbo, ahora no sé ni dónde estoy ni a dónde voy. Nada gané jugando al fugitivo ni intentando esconder mis emociones con mensajes y likes en Facebook, pero tampoco nada ganaré volviendo al juego del y el no. Después de todo, eso siempre ha sido un no; y hoy, sólo queda seguir con lo que es realmente importante (tratar de ser feliz por mí mismo) y evitar que se vuelva a repetir el episodio de los cupcakes abruptos y escandalosos.

Y la bolsa a cuadros azules con listón blanco de asa sigue ahí, como ese alguien… Y ahí se quedarán, como recuerdo en el cajón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario